miércoles, 7 de marzo de 2007

Confesionarios de piedra

En la ruta no se percibe con claridad. Dicen que los condores suelen extender las alas cuando sus alas cubren las superficies de piedras puntiagudas que conforman una misteriosa arquitectura, que le otorga aún más misterio cuando una abertura deja que el sol traspase esas paredes, con forma de rejilla. Se entiende que la descripción no es clara, por lo tanto no se entiende. Y no entender es una forma de explicarlo bien, para que la imaginación del lector termine de modelar esa forma que la naturaleza le dio, sin querer. Si sirve decirlo para que se entienda mejor, digamos que se parecen a confesionarios de madera. Tiene un ámbito de intimidad especial. Algunos creen que cada montaña esconde un confesionario de piedra, aunque eso no se puede asegurar, porque hallar el confesionario es equivalente a hallar el alma en el cuerpo. Y para ello hay que tener una predisposición espiritual que no siempre existe.
Dicen que algunos soldados de San Martín escribieron testimonios sobre los confesionarios de piedra. También se hallaron una suerte de partituras musicales, hechas por los incas y los araucanos, en la puerta de estos confesionarios. Algunos cuentan que durante las noches, una vela ilumina el interior de los confesionarios, por lo que en cada cerro, una pequeña luz nace del interior de las piedras.
Por falta de pruebas, nos remitiremos al único caso posible de creer.
Estamos en febrero de 1861. En Mendoza gobernaba Laureano Nazar. Se lo acusaba de despótico. El terremoto del 20 de marzo fue un cimbronazo en la conciencia del gobernador, ya que en pocas horas, todo lo que fundaron Juan Jofré y Pedro del Castillo -esa ciudad que llevaba como nombre el último apellido del entonces capo de la Capitanía General de Chila, don García Hurtado de Mendoza-, se echó a pique, con un torbellino de vidas humanas, demolidas por este siniestro. Tras el sismo, el gobernador apuntó hacia Los Barriales, bien al norte de San Juan, si tengo bien entendido. Lo acompañó las escasas fuerzas militares que sobrevivieron a la desgracia. Esto provocó que la ciudad de Mendoza quedara a la merced de los saqueos y vandalismo, aumentando la pena iniciada por el sismo. El orden llegó cuando los jefes militares Juan de Dios Videla y Manuel Olascoaga decidieron fusilar a los que eran sorprendidos cometiendo delitos y organizar un puesto para dar ayuda a las familias. Al parecer, Nazar bajó de Los Barriales y retomó el cargo de gobernador con furia. Las cosas estaban muy mal, sobre todo entre la Legislatura y el Ejecutivo. Finalmente, Juan de Dios Videla exigió la renuncia de Nazar y el 18 de diciembre la Legislatura lo nombró gobernador. Entonces el ejecutivo depuesto, dicen, se trasladó secretamente a Chile, a la espera de la calma y la normalidad. En la Cuesta de Chacabuco se encontró con un confesionario de piedra, dicen. Allí ingresó y meditó durante un día. Dicen que nunca más se le oyó alzar la voz ni maltratar a los subordinados.

1 comentario:

Huber dijo...

Totalmente desinformado el articulo en lo que se refiere a Nazar.Aconsejaria leer en wikipedia la bibliografia que desmiente todas las estupideces que han publicado sobre Nazar.INFORMENSE ANTES de escribir