miércoles, 7 de marzo de 2007

El vagón de hielo

En invierno, el tren padecía muy bajas temperaturas durante su recorrido en las altas cumbres. La empresa dueña del Trasandino tenía que invertir mucho dinero en calefacción, para evitar que los pasajeros terminaran resfriados.
Tras fracasar la iniciativa de vacunar contra la gripe a los pasajeros en la estación de ascenso, se optó por recorte de presupuesto, ante la posibilidad de solucionar este problema con el despido masivo de empleados o mediante al reducción de frecuencia de viajes. En sí, el recorte presupuestario no era una solución si no se correspondía con una acción que estuviera a la altura de las circunstancias. El problema principal era el alto costo en calefacción para la veintena de vagones del tren Trasandino. Entonces se optó por llevar a cabo una "reducción de las calorías" de las maquinarias, un modo eufemístico para explicar la decisión de suspender la calefacción y electricidad en un vagón. De este modo se ahorraría un 8% de energía. Un parche, desde el punto de vista de la realidad, como es típico en los países subdesarrollados.
Se decidió no avisar a la prensa que el vagón diecinueve -fue sorteado al azar- sería la víctima. Sabiendo de antemano la problemática, la empresa derivó allí a los pasajeros más jóvenes y forzudos. En tanto, un placard guardaba una veintena de gruesas frazadas.
El primer viaje fue el julio de 2012. El calentamiento global se hizo notar en ese invierno y la temperatura promedio de viaje fue de diez grados centígrados. Los pasajeros del vagón diecinueve, más tarde bautizado como "el vagón de hielo", notaron cierta incomodidad cuando recorrían la alta montaña durante la noche, del modo que se la pasaron recorriendo todo el tren, para escuchar las versiones distintas de las historias narradas por los guías turísticos. Al fin y al cabo resultó ser una aventura interesante y prácticamente no se advirtió la ausencia de calefacción en el vagón diecinueve. Como la experiencia había resultado dichosa, según los dirigentes más optimistas y menos perceptivos de la empresa ferroviaria, se adoptó como política de la empresa el recorte absoluto de calefacción y de electricidad en el vagón afectado.
Pero bastó un mes para que chocaran con la realidad: un pasajero sufrió pulmonía en Los Penitentes y una enfermera graciosa sugirió que siguiera viajando en ese vagón sin calefacción porque los esquimales curaban el asma reposando en gabinetes de frío. Esta mujer curativa no fue suspendida porque en su anillo matrimonial estaba escrito el nombre de uno de esos directivos optimistas, pero el hecho llamó muchísimo la atención y el comité de comunicación sugirió adoptar una solución, antes de que la prensa se enterara y armara un escándalo. Lamentablemente los tiempos no dieron y la prensa fue un correcaminos más veloz que el coyote directivo de la empresa ferroviaria.
Ante la inminente publicación de la mala noticia en los titulares de los diarios de Mendoza, el responsable de la comunicación institucional del Trasandino -un periodista y ex guionista de radioteatros-, dio un sorpresivo comunicado de prensa, sin la aprobación del directorio de la organización:
"Trasandino Inc., en conjunto con la empresa Disney, lanzó el promocional de la "Era del Hielo 8". La misma se lleva a cabo, en vivo y en directo, adentro del vagón diecinueve. Invitamos a los niños y a sus padres a que reserven con anticipación las entradas para presenciar cómo se vive la Era del Hielo en nuestros ferrocarriles. Firmado: Aníbal Lechuga Aguilar, jefe de prensa".
Este comunicado dejó perplejo a los editores de periódicos mientras realizaron la reunión de tapa. Muy despistados y desorientados. ¿De noticia policial de tapa a noticia de tapa del suplemento Espectáculos? Al parecer, esa fue la decisión final de los secretarios de redacción y productores generales de noticiosos televisivos.
Tras regresar de Chile, una veintena de fotógrafos y camarógrafos acudieron corriendo a la estación Cacheuta para sacar imágenes del vagón "cinematográfico". Mientras llegaban los cronistas de la imagen, empleados del área de márketing de la empresa instalaban carteles luminosos y muñecos de nieve en el vagón mediático. En cada asiento había un elefantito de hielo o un cóndor blanco de nieve granizada. Las orejas del ratón Mickey se ubicaban junto a los parlantes del vagón y le daban una dimensión auditiva especial. En tanto, había moños blancos y rojos en los costados de los asientos, muy parecidos a los que hacen en las iglesias para los casamientos. De hecho, una alfombra roja recorría el pasillo de ese vagón y le daba una personalidad ceremonial y a la vez, infantil.
Cuando llegaron los cronistas de la imagen -muchos de ellos, enviados por los editores de las secciones policiales de los periódicos, porque ante las denuncias recibidas por pasajeros afectados por el frío, les resultaba difícil creer en un comunicado que expresara una intención rotunda de cambiar la noticia que se estaba construyendo-, quedaron sorprendidos por el gigantesco moño blanco, de tela y de hielo, que envolvía el techo del vagón diecinueve, junto a un cartel luminoso con las palabras "La Era del Hielo 8".
Si bien las fotos tomadas quedaron en la sección Espectáculos y no Policiales -objetivo logrado en cuanto a preservar la imagen de la empresa- el desafío creado por el comunicador institucional era inmenso, a tal punto que muchos empleados de otras áreas tuvieron que trabajar horas extra para llevar a cabo esta fantasiosa idea del vagón que recreara el film La Era del Hielo. Se pensaron en muchas opciones. Una de ellas, duplicar la ración de alimentos del perro de Forrest Gump, para que corriera más cerca del vagón diecinueve y además, perseguir al gato Clavicordio, tentando a este último con un buen bocado de hígado adentro del vagón. La idea era recrear el suspenso de los dibujitos animados, al estilo Tom y Jerry, y finalmente, con mucho esfuerzo y como consecuencia del mismo, numerosos certificados de ausencia por enfermedad, esta idea pillada se logró.
Desde lo comercial fue un boom. El vagón más solicitado para viajar era el diecinueve y desde la empresa no lograban entender que el compartimento destinado al ahorro energético y comercial fue el que más ganancias le retribuía. "La imaginación al poder", fueron las únicas palabras del discurso que ofreció Lechuga Aguilar cuando fue ascendido de jefe de prensa a director de marketing y comunicaciones. En tanto, el dinero recaudado por el vagón forzó a invertir en un nuevo equipo de refrigeración para que el diecinueve se mantuvera congelado durante las estaciones de primavera y verano, dándole definitivamente una característica pintoresca y a la vez, truchamente hollywoodiense al tren.

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