miércoles, 7 de marzo de 2007

Translate Love


En la estación Puente del Inca, dicen, una vez se subió un indígena descendiente de Atahualpa Yupanki. Fue en los años 70. La guerra ideológica reinante en América Latina facilitaba un escenario de discriminación de clases en la Argentina de Perón y en el Chile de Allende Lón, como también otro de fantasías construidas sobre el camino, quizás basadas en las historias que contaban del Che Guevara, cuando recorrió el continente desde el sur de Chile, en una motocicleta, junto a su amigo Rodrigo de la Serna.
El indígena se ganó la reprobación de los viajeros elitistas cuando el maquinista le regaló un cartón que contenía un litro de vino patero. "Andá al vagón 16, que nadie te va a molestar", cuentan que le dijo. Y como en el tren no podés tomar un ascensor ni un teleférico para ir del salón de máquinas hasta el vagón 16, el nuevo pasajero -que pensaba bajarse en la localidad chilena de Los Andes- atravesó el tren de a un vagón por vez, hasta llegar al 16, que era el último. Muchos historiadores, años después, suponieron que lo del maquinista fue una broma pesada, porque el indígena llegó a los tumbos y con el cartón de vino reconsumido. La leyenda concluye aquí esta parte de la historia, aunque sostiene dos apuntes finales: nadie viajaba allí y en la pared exterior de ese compartimento había una "T" escrita con pintura roja. A partir de esta crónica apócrifa se desprenden varias subapócrifas de diversos tipos, pero uno de ellos realmente llama la atención para lo que sería el centro de esta historia: el indio Paleta (del portuñol "paileta") apenas bebió el último trago de ese vino dulce y liviano, se echó sobre una butaca y empezó a largar un embrollo de poemas de amor en su lenguaje nativo, que fue escuchado por algunos pasajeros picarones, que lo interceptaban en el balconcito del último vagón para entrelazarse con besos y arrumacos. All{i fue que ante la insistencia de estos jóvenes idealistas de los setenta, llenos de amor y pasión, le pedían a Paleta que les enunciara poemas también en español y en español acelerado, que es la más adecuada para el habla chilena.
Pasaron treinta y cinco años para que, ante la insistencia de los nostálgicos pudieran llegar con sus bastones al vagón 16 para oir poemas de amor. Pero la historia sería distinta: como muchos de esos ex "jóvenes idealistas y románticos" no hicieron nada para que el verdadero amor avanzara en el mundo, Paileta sólo dejó el legado de la traducción y no de la pasión, del modo que el vagón 16 del Trasandino -que aún conserva la letra T en rojo- es el destinado para que los argentinos hablen como chilenos y los chilenos como argentinos. Y muchas historias se tejieron con esta novedad.
Se cuenta que la ex primer ministra de Gran Bretaña, Margareth Tatcher, hizo un viaje secreto de Mendoza a Santiago en el Trasandino, y para que la prensa no la confundiera como ciudadana británica, la política que gobernó la nación anglosajona durante la guerra de Malvinas atravesó la cordillera en el vagón 16 y se bajó hablando en chileno, algo que no pudo sacárselo ni el mejor fonoaudiólogo del mundo hasta el final de sus días. Si bien es dudosa esta anécdota, sin dudas que las pruebas quedan a la vista cuando contingentes de chilenas que hacen sus viajes de estudios a la Argentina llegan a este último país hablando como Enrique Pinti y así al revés, al punto que para evitar violencia en una semifinal de la Copa Davis, los tenistas argentinos prefirieron el vagón 16 ante que el vuelo desde Buenos Aires, para ser recibidos como chilenos y luego, tras ganar el pasaje a la final, regresaron en el mismo tren y en el mismo vagón a Mendoza, para recuperar la forma de hablar de su país y negar todo lo que habían dicho del otro lado de la cordillera.
Dicen que el vagón 16 hay un sector VIP para solteros y solteras de ambos países, que deciden cruzar la cordillera para probar suerte en el amor. Así, muchas chilenas y chilenos aún hoy siguen viajendo en ese compartimento para "entenderse mejor con sus pololos/as", ya que si los dos hablan con el mismo dialecto, la relación se simplifica, po.

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