miércoles, 7 de marzo de 2007

El payaso pipón

Tras el cierre del Trasando de Chocolate, del Topoyiyo, Aurelio Montes de Coca, más conocido como el payaso pipón, se transformó en el personaje más querido y a la vez, más desempleado del Oeste argentino.
Su primer payasada fue no sucedió durante su infancia feliz en la isla Chiloé, sino cuando fue escrachado por su familia, por forma parte de una fotografía en la que integraba un desnudo total, sacado en un conocido parque de Santiago. Eran tantos los individuos sin ropa que pasaron desapercibidos por esta moderna obra de arte que Montes de Coca, quizás sin querer, se mandó a la primera fila y su cuerpo recorrió el mundo. Para el colmo, esa imagen, que salió en la primera plana de los diarios chilenos, apareció por primera vez con el estómago sobrepasado de materia grasa y alimenticia, por lo que para su familia, situada en la región austral de Chile, fue un trago, por cierto, muy lleno y muy amargo.
Cuando Montes de Coca se enteró de que su payasada causó lágrimas en sus seres cercanos y sonrisas en los amigos y conocidos -mucho se habló de esa foto en los bares de Chiloé y Santiago-, sin darse cuenta entendió que lo que acababa de hacer era una payasada en todo sentido: una sonrisa y una lágrima, la esencia del payaso, entendió, mientras su memoria recorría pasajes de aquella infancia feliz, cuando artesanos del buen humor lloraban de noche porque no juntaban las monedas para alimentar a sus hijos, tras pasar horas sobre un improvisado tablón situado sobre el puerto de Chiloé. Decía él que había escuchado decir a los payasos que sus alegrías no servían para nada porque los marineros salían del puerto con gin y ginebra hasta el cogote, por lo que ellos se sentían maniquíes tontos, que ni siquiera hacían reír a los vientos fríos que soplaban por la corriente de Humbolt. Pero el niño Aurelio contemplaba a ese payaso a escondidas y quizás nunca supo que con el tiempo se convertiría en el famoso payaso pipón del Trasandino.
El nombre de Payaso Pipón derivó de la crónica que hizo el periódico chileno La Cuarta sobre la foto de los desnudos grupales, en la que Aurelio apareció en primera plana, mostrando una panza tamaño tomate relleno y una nariz extrañamente circular, color ají chileno, y una sornisa picarona, que revelaba vergüenza y a la vez, una contagiosa simpatía. Esa edición del diario sensacionalista vendió tanto que la circunstancia lo llevó a dedicarse al oficio de payaso. Pero para no pasar vergüenza en su familia, decidió emigrar al tren fronterizo, para dedicarse a lo único que se sentía útil en la vida: a dar alegría.
Bajo la condición de trabajar gratis -es decir, a la gorra- y con pequeño camarote para él, el payaso pipón aceptó el trabajo y jamás esperó que la apuesta al éxito le saliera tan bien al corto plazo: al poco tiempo, los suplementos de Espectáculos de los diarios de Mendoza hablaban de él y compartió escenario con el payaso más famoso de Argentina, Piñón Fijo, en varios shows para juntar fondos para operar a niños en el exterior.
El payaso pipón dominaba todos los dialécticos chilenos, divertía a los más niños con humoradas simples y caramelitos de leche, y sorprendía a los grandes con chistes simples y tontos, de esos que llegan al corazón y nos hace despertar el niño interior.
A veces solía interrumpir abruptamente a los guías turísticos de cada vagón e improvisaba una versión propia de lo que el guía estaba explicando, del modo que la ola de carcajadas que despertaba servía, en muchos casos, para que los pasajeros volvieran a retomar la atención en esos guías confusos, que contaban la misma historia, pero en versiones diferentes, en cada vagón. Inclusive se dice que el payaso pipón, cuando tenía hambre, solía caer de improvisado al vagón restaurante vip para hacerse invitar en mesas de empresarios acaudalados y hablaba de política y negocios sin profundos conocimientos, pero con amplia claridad de lo que es el sentido común, que verdaderamente dejaba admirado a muchos hombres tapa de revistas de negocios. Tenía una impresionante capacidad para extender un diálogo y lo hacía sólo para recibir más comida, ya que cenas de treinta minutos las convertía en veladas de una hora y media, donde llegaba a alcanzaba a servirse gratis unos cinco platos.Con el fin de aumentar la publicidad en el turismo, la empresa Trasandino editó un DVD con "Lo mejor del Payaso Pipón", que fue un exitazo en los Blockbusters de Sudamérica y de ese modo se transformó en una de las razones para viajar en el tren que unía a Mendoza con Los Andes.

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